26 agosto 2005

Dar

"(...) Comparad a vuestros hijos con los hijos de los mendigos. ¿Dónde está la diferencia?, (...) Todos los hombres nacen iguales. Todos vienen al mundo indefensos e inocentes. Todos los hombres respiran el mismo aire. Muchos creen en el mismo Dios. Y a pesar de todo para muchos las diferencias son enormes. Y son enormes porque nunca se han detenido a pensar de dónde vienen. Si lo hubieran hecho, no habrían tardado en darse cuenta de que, en realidad, no existen (...). Hay que empezar por lo pequeño, (...) a los mendigos que de tantas cosas carecen, ¿Por qué no ofrecerles un poco de afecto?. Es sabido que el buen ejemplo enjendra siempre buenas acciones(...). ¡Qué maravilloso es que no tengamos que esperar ni un minuto para empezar a cambiar el mundo poquito a poco! (...)"
Este es un fragmento de "Cuentos del escondite secreto" de Ana Frank. Lo copié de un capitulo que se llama "Dar", que ella escribió en 1944, a los 15 años, poco tiempo antes de ser arrestada y deportada a un campo de concentración, donde murió con 16 años.
Vícitma de la ceguera del odio, mientras ella escondida con su familia escribía estas palabras, afuera alguien que justamente desconocía esta verdad justificaba con la pureza racial el exterminio de millones de personas (judíos, gitanos, homosexuales...). Pero con sus 15 años su esperanza estaba intacta. Sabiendo lo que ocurría afuera, y que podría ocurrirle a ella también, viviendo encerrada, con miedo, Ana no dejó vencerse por el rencor ni tampoco por el desconsuelo. "¡Qué maravilloso es que no tengamos que esperar ni un minuto para empezar a cambiar el mundo poquito a poco!". Ella que tenía que esconderese para poder sobrevivir no perdió la fe en que de ella también dependía que la cosas cambien. ¡Si la hubieran dejado vivir, lo que le hubiera dado al mundo!, como tantos otros que fueron víctimas de lo más bajo y ruin del ser humano.
Muchas veces nosotros nos desanimos por la situación que estamos viviendo. No estamos bien y lo sabemos. Paros, piquetes, inseguridad, parte de la vida cotidiana. Vivimos descreídos de las instituciones, del Estado, de la sociedad. Todo es una mierda y nada va a cambiar. Y ese es el error más grande que podemos cometer, tirar la toallla. Y sí, es obvio que nada va a cambiar, porque las cosas las tenemos que cambiar nosotros. Las instituciones, el Estado, la sociedad, los formamos nosotros mismos y tenemos el poder de hacer que las cosas cambien. No es necesario ser presidente, senador o cualquier político para cambiar la realidad. Tampoco es necesario ser alguien famoso que todos escuchen, vean y admiren. Tampoco es necesario el dinero para ser solidario, "(...) Si la gente no fuera tan tacaña de simpatía, habría en el mundo más amor y más justicia(...)". Sólo se necesita voluntad, porque desde su lugar cada uno puede enfrentar la realidad. Dar afecto no cuesta nada, pero vale mucho para el que lo recibe. Tal vez pensás que regalarle una sonrisa a alguien que tiene un montón de carencias no le sirve de nada... pero pensá en cómo sería la vida de alguien que tiene todo pero ninguna sonrisa y doy por seguro que el pobre con la sonrisa es más feliz, porque al fin y al cabo de eso se trata la vida.
"Una de dos: O nos angustiamos porque vemos que el mundo desaparece, o nos llenamos de esperanza porque está en nosotros que nazca y crezca el mundo del mañana"... Está en nosotros...

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