10 enero 2007

Acción, verbo, existencia.

ble... hace ya mucho de la última entrada... hay un vacío creativo impresionante, pero buen, siempre algo copado puede salir. ah por cierto, feliz 2007!


Acción, Verbo, Existencia.

Entonces, ¿escribir se trata de esto?, ¿de empezar a mover los dedos por el teclado, como si fuera un juego?, ¿De dejar que la lapicera se pasee ostentosa por los renglones que se mezclan confundidos y se cruzan en el infinito?. Sí, sí, ya se, es una impresión exacta del pensamiento, como si todo movimiento de energía, cada impulso eléctrico neuronal se encontrara descrito en estas palabras, impreso como una fotografía, o mejor, una radiografía. Pero dudo a veces de que escribir sea simplemente un ejercicio mecánico. ¿Escribir es un verbo?. ¿Puede afirmarse que escribir sea un verbo, que pueda conjugarse en pretérito, presente y futuro, que no halle dificultad en posicionarse en otros, yo, vos, él, nosotros, vosotros, ellos?. Un verbo viene a apalabrar una acción, hacerla real y existente en el mundo del lenguaje. Acción, verbo, existencia. Pero las acciones empiezan en un punto determinado, en un momento definido y luego terminan, finalizan, desaparecen, se des-vanecen. Las acciones pueden alargarse, estirarse, intentar ficticiamente prolongarse o bien ser efímeras, pequeñas y a veces tan imperceptibles como un suspiro avergonzado. Pero las acciones siempre, y esto es por sobre todo, son finitas. Mueren. Mueren como quien las realiza y tienen las horas contadas en su paso por este mundo. Después de las acciones lo que sobreviene es la calma, el vacío, la nada. Por eso escribir no puede ser una acción. Escribir no tiene un principio ni un fin, porque escribir va más allá del capricho material, trascendiendo todo tipo de barrera temporal. Se escribe cuando se escribe, se escribe cuando se lee, se escribe cuando se habla, cuando se saca una foto, se realiza un dibujo, se hace vibrar un acorde… todo el tiempo se esta escribiendo, pero por sobre todo se escribe cuando se ama. Cuando cada beso, cada abrazo, cada caricia va dejando su existencia prolongada en la piel, marcando a fuego cada rincón del cuerpo, del alma. Cuando recorro tu cara con mis dedos, te cierro los ojos y empiezo a susurrarte ensueños, a contártelos despacito para que puedas seguirlos. Cuando sonreís tan cómplice, cuando derramás esas lágrimas tan alegres, pero también tan tristes. Cuando buscás simplemente acercarte, de atrás en un abrazo, espiando lo que hago cuando estoy frente al monitor o lleno de papeles en el escritorio. Cuando me encontrás ahí, justamente mientras estoy escribiendo de vos. Entonces, escribir no se trata de mover los dedos por el teclado ni dejar que la lapicera se pasee por los renglones de estas hojas. Escribir nunca puede ser un simple ejercicio mecánico. Escribir sólo se trata de amarte.